lunes, 30 de enero de 2012

CULTURA OBJETO NO CONTINENTE (Fernanda de Madeiros)


En la acutalidad la discusión de los modelos  de formación ocupa la mayor parte de los escritos y debates sobre la transmisión del Psicoanálisis. El mundo ha cambiado y esto ha sacudido la estructura básica que permitió durante tantas décadas la adopción, casi incuestionable, de los standards propagados y la cultura contemporánea tiene gran influencia en este cambio.
Hay desamparo hacia los analistas por la cultura moderna. Con respecto a esto quedan dos opciones, sucumbir ante la sociedad y borrar la capacidad de crítica y creatividad o  recurrir a modelos antiguos dogmatizándolos de nuevo.
El niño posee un vínculo con cada progenitor y existe un tercer vínculo que solo es entre sus padres
El niño conoce su vínculo y esta consciente de la relación en la cual no participa
El niño atribuye a la figura paterna el papel hostil.
La traición de la cultura
"La sociedad actual no se interesa por procesos, sino por productos" (visión funcionalista del "para qué"). El psicoanálisis, es un proceso.  Se plantea un cambio sustancial en la visión del psicoanálisis y la sociedad moderna. Es el conflicto que pone la sociedad a la institución psicoanalítica.
Repercusión entre la relación del paciente
El psicoanálisis actúa como este objeto ajeno entre el paciente y el analista desde una actitud neurótica, pasa a ser el objeto ajeno a la relación.
"Esto es debido mayormente frente al dilema en que se encuentra el analista mencionado: el analista funciona como apoyo emocional-empático (sin intervenir, de forma condescendiente) validando la experiencia subjetiva de forma que el paciente encuentre útil, pero al mismo tiempo siente que ha perdido su identidad analítica. Si por otra parte el analista hace observaciones acertadas en la objetividad el paciente se sentirá expuesto. Este dilema al final lo aparta de la institución, de su identidad."
Aplicación Cultural La cultura falla en contener las proyecciones de ansiedades y expectativas del analista hacia la práctica psicoanalítica, lo que impide su comunión.
Finalmente, la sociedad, estimula el distanciamiento y la separación de dios con el hombre común en el analista. Lo ideal es que esta separación estimule el surgimiento de ideas nuevas, que revitalicen el psicoanálisis y que evite la destrucción propia del vínculo

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